Deiby G. Fuenmayor V, MSC
“Descubriremos el rostro de Cristo en los pobres, en los pequeños y en todas las víctimas de la injusticia y la violencia. Él nos pide que les llevemos su amor. Como respuesta a su llamada, manifestaremos nuestra compasión por ellos, trabajando con coraje para garantizarles sus derechos humanos y para cambiar el corazón de sus opresores”. (Const. MSC # 22)
Todo bautizado está llamado a dar testimonio de la misericordia de Dios y de ser continuadores como iglesia y comunidad de fe del anuncio de la Buena Noticia-del Evangelio que es: El acontecer de Dios Encarnado en la historia, cuyo rol (Lucas 4,16-20) es proclamar el año de gracia, anunciar la buena nueva a los pobres, la liberación a los cautivos, la vista a los ciegos, remisión a los oprimidos. Por tanto, al encontrarse con las sanaciones por su parte están en orden al proyecto salvífico de Dios Padre, en el que toda la humanidad deben tener la misma posibilidad. Acogerla o rechazarla es cuestión personal.
Jesús da píe en descubrir su acción evangelizadora y ver más de cerca sus actitudes frente al pueblo de Dios, al mal y a Dios. Frente al pueblo de Dios se encuentran los vulnerables, los pobres, mujeres, pecadores, excluidos (enfermos), paganos (no judíos) (Lc 2,32 / Cfr Hechos 28,28). Frente al mal: increpa (Lc 9,38s), Jesús opuesto o diferente a la naturaleza (Lc 11,21-22), desata (Lc 13,10-17). Frente a Dios: Ora al Padre.
Lo anterior fundamentado bíblicamente da píe para seguir perfilando y reconociendo los destinatarios del anuncio del Reino, de la predicación de Jesús. Sin embargo, al leer la obra lucana, es decir, Evangelio y Hechos de los Apóstoles, se percibe una de sus temáticas: la fidelidad de Dios a las promesas que se ha cumplido en la persona de Jesús. Por lo tanto, Lucas lo que quiere es ayudar a discernir cuál es el auténtico camino de la salvación, ya iniciada en el Antiguo Testamento, pero culmina en Jesús de Nazaret.
Al acercarse a los textos lucanos se descubre de forma clara y concisa que el preanuncio de la amplificación de la salvación a los no judíos, es decir, a los paganos, se hace tangible. Simeón alaba a Dios por la luz que ha venido a iluminar a los gentiles (Lc 2,30-32). “Toda la humanidad verá la salvación del Señor” (Lc 3,6). El centurión al píe de la cruz es la primicia de los gentiles que han de creer en Jesús (Lc 23,47).
El Evangelio es implícito en mostrar a Jesús desde sus acciones y sus palabras que lleva a profesarlo como mediador definitivo de salvación, desde el anuncio del reinado de Dios.
Por lo tanto, el cristiano católico está invitado a continuar como apóstol en la tarea de anunciar el reinado de Dios que es nuestro Padre, más aún, de propagar sus obras salvadora que “… predomina ordinariamente en la enseñanza” (ORTIZ, Pedro: Introducción a los Evangelios (Colección Teología hoy # 11, 1995), 119).
La predicación misionera a los hoy ya no cristianos y a los que no conocen el Evangelio ha de comenzarse con el anuncio del verdadero Dios. Un Dios que ama la humanidad, que le interesa incesantemente los que sufren por las contrariedades de la sociedad en la que hoy se vive y por las injusticias que imperan en América Latica.
Bien valdría afirmarse que la alusión al Espíritu es lo que le permite a Lucas presentar la apertura de la Iglesia a los que hoy continúan sin voces antes los “poderosos” de éste mundo como un acontecimiento armónico, en el que no hay mayores tensiones, porque el Espíritu ilumina en el momento oportuno a todos los creyentes y les muestra el camino a seguir (cf. Hech 15, 28). Es por esta razón y más, que no se ha de estar al margen de los oprimidos de ésta sociedad deshumanizada, descartada por el odio que no deja ser feliz. No ha de olvidarse que los destinatarios principales son éstos; y que, “…también a [ellos] ha dado Dios arrepentimiento para vida!” (Hechos 11,18).
Por otra parte, para ilustrar lo que se está abordando hasta el momento, la experiencia de Pablo con el resucitado lo lleva a propagar el Evangelio a todas partes. Pablo “por tanto, quiero que sepan que esta salvación de Dios se ha enviado a los gentiles, y ellos sí escucharán” (Hechos 28,28). Este enfoque revela los aspectos fundamentales de la testificación: las enseñanzas básicas no cambian, pero la forma como se expresan están determinadas por el idioma y la cultura a fin de que las buenas nuevas puedan ser aceptadas por las distintas personas con sus diferentes antecedentes culturales.
A manera de conclusión, se expresaría que la contribución original de Lucas reside en su segunda obra, la de los Hechos de los Apóstoles, en la que germina colmadamente el cumplimiento de la salvación, que desde Israel se amplía a los paganos, quienes se abren a la predicación del Evangelio del Reino y forman el único pueblo de Dios en la “única” Iglesia.
El universalismo de la salvación no se procede del rechazo que opuso al Evangelio el pueblo elegido, sino que forma una extensión insondable del mismo proyecto salvífico de Dios en favor de la humanidad salido de sus manos creadoras.
La tarea por tanto es comprometerse desde los lugares de procedencia en el arduo trabajo de ser mensajeros del Reino de Dios que está presente en la historia y opacada por la incredulidad y el relativismo en la que se está viviendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario