Jesús, Dios hecho Hombre.
Deiby Fuenmayor, MSC
A modo de introducción comienzo esta reflexión centrando la mirada hacia los signos que la naturaleza está revelando a favor de los más débiles e indefensos que se encuentran sumergidos en las miserias, en el olvido por los que tienen el “poder” y creo que hay motivos suficientes para levantar la voz como ciudadanos y como cristianos que creemos que sí es posible que la justicia sea la pionera en toda relación humana.
Sin embargo, hoy por hoy, al hablarse desde amplias perspectivas de que el siglo XXI es el siglo de los avances tecnológicos, de los nuevos adelantos en cuando “perfección” de experimentar el universo, de llegar a explorar lo que hay más allá de nuestros ojos y comprensiones, y, a pesar de… aún prevalece más del 80% de la población mundial pasando necesidades a diferentes escalas, desde hambre extrema hasta los que sobreviven esclavizándose en el trabajo para llevar el pan a la mesa a sus hijo, cuyo proceso, ha sido arrastrando consigo por la injusticia: dolor, sufrimiento, desprecio por parte de sus contratantes, sin embargo, el amor abnegado hacia los seres que esperan en casa con el estómago fatigado por falta de alimento y con su cuerpo doliente por enfermedades es motivo suficiente del sacrificio involuntario y sin sentido que se tiene que someter. ¿No creen que esto sea irónico?
Pues bien, en medio de toda esta realidad que no se puede ocultar por ningún medio, juega un papel preponderante Dios Padre que se ha compadecido de los sufrientes haciéndose uno de ellos en la persona de Jesús de Nazaret, su Hijo unigénito.
“El Hijo unigénito, nacido del Padre antes de todos los siglos, luz de luz, Dios verdadero, engendrado, no creado, consubstancial al Padre” (Palabras del concilio ecuménico niceno-constantinopolitano, año 381)
Esta afirmación quiere resaltar que el Hijo nace del Padre, más aún, es Dios como el Padre. El Padre y el Hijo por mutua exigencia son el mismo único Dios. Dios que se hace uno de nosotros en la persona de Jesús para ayudar a la Humanidad tomar consciencia de que el otro y la otra ha de importarnos, y por lo tanto, se debe trabajar juntos como comunidad, como sociedad para salir de las carencias en que se vive.
Jesús, que es la Revelación plena de Dios Padre. Con su predicación, con sus anuncios, da pautas para saber como obrar y alcanzar la plena libertad que se anhela, libertad que ha de llevar a todos a optar por la justicia, la tolerancia, el amor, valores que están escondidas mas no eliminadas.
Se debe recordar hoy y siempre que si Jesús nos ha enseñado que Dios su Padre es también Padre de la Humanidad “sean perfectos como nuestro Padre es perfecto” (Mateo 5,48), entonces no se es esclavo. Por lo tanto, como hijos y hermanos todos en Cristo se debe mostrarse al mundo con valentía, movidos por el Espíritu y amante a la obediencia y a la firmeza en la defensa de los derechos de los más vulnerables de esta historia que se está construyendo deshumanizadamente. Así que, nada de explotación porque es contrario al plan primario de Dios Padre “No han recibido un espíritu de esclavos para recaer en el miedo (explotación), sino que han recibido un espíritu de hijos adoptivos con el cual clamamos: Abba, Padre” (Romanos 8,15)
Todos como hijos e hijas de un mismo Dios se ha de reflejar por lo tanto, lo que se es: reveladores del Dios que se humaniza y que es Padre de todos los seres creados en él y que es para él; por otra parte, ejecutores con Jesús del proyecto del Padre: anunciar la justicia social y la liberación; y ser, comunicadores del amor del Padre a todos los hombres y las mujeres, amor que es misericordioso y que libera de la esclavitud no solo del pecado, sino de las injusticias.
Todo lo que es respeto a los procesos vitales, todo lo que es cuidado y reconocimiento enuncia que se está en buen camino hacia la humanización de la sociedad y la comunicación al mundo del Dios Encarnado. Por tanto, no es imposible asumir de corazón la responsabilidad de ser las voces de las que no la tienen.
Concluyo abonando que no sólo Dios Hijo tiene la misión de humanizar la humanidad deshumanizada en la gloria del Padre del que vino, sino que es tarea de todos y todas, porque somos hijos e hijas del Padre de Jesús de Nazaret.
“Amado sea en todas partes el Sagrado Corazón de Jesús”
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