jueves, 4 de octubre de 2012



 
 
EL AÑO DE LA FE  
El Espíritu Santo que guía a la Iglesia en espera del retorno del Señor
El  Papa Benedicto XVI ha convocado al Año de la Fe, el cual iniciará el próximo 11 de Octubre del presente y finalizará el 24 de Noviembre del 2.013, es una invitación a una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del mundo mediante remisión de los pecados( cf. Hch 5,31)

El resumen elaborado en este documento se basa en la Encíclica titulada “Porta Fei” (Puerta de la Fe) (cf Hch 14,27), que introduce en la vida de comunión con Dios, permitiendo la entrada en su Iglesia.

En la Encíclica se resalta la importancia de redescubrir el camino de la fe, pues es ahí donde se plasma toda la existencia humana, en la novedad de la resurrección; dice el Papa Benedicto XVI, que atravesar la Puerta de la Fe supone el camino que se emprende desde el bautismo (cf Rm 6,4), por lo cual podemos llamar a Dios Padre, se concluye con el paso de la vida a la muerte eterna, fruto de la resurrección que con el don del Espíritu Santo ha querido unir en la gloria a cuantos creen en Él (cf Jn 17,22).

Debido a la pérdida de la unidad cultural humana en lo referente a la fe, se encuentra hoy una gran crisis de la fe, por ello el Papa Benedicto XVI decidió convocar al Año de la Fe en el 50 aniversario del Concilio Vaticano II ya que puede ser ocasión propicia para comprender que contamos con una gran herencia de textos dejados por los padres Conciliares que NO pierden valor ni esplendor, también se celebran los 20 años de publicación del Catecismo promulgado por el Beato Juan Pablo II.

Dice que este año debe suscitar en todo creyente la aspiración a confesar El Credo, los primeros cristianos estaban obligados a aprenderlo de memoria, les servía como oración Cotidiana para recordar el Compromiso asumido con el Bautismo, según San Agustín El Credo no es otra cosa que las palabras en que se apoya sólidamente, la Fe de la Iglesia, quiere esbozar que existe una profunda unidad entre el creer y a lo que damos nuestro asentimiento.

Manifiesta el Papa Benedicto XVI que es deber rescatar a los hombres del desierto y conducirlos a la amistad con el Hijo de Dios, para ello se intensificará la reflexión sobre la fe con ayuda de comunidades religiosas, parroquiales y redes eclesiales que tendrán que profesar públicamente a Cristo, ya que creer en Jesucristo es el camino para llegar a la Salvación, para esto es necesario preguntarnos ¿ Qué se tiene que hacer para realizar las Obras de Dios ? (Jn 6,28) , la respuesta de Jesús es que creáis  en el que Él ha enviado (Jn 6,29).

Se observa que la fe siempre ha estado sometida a preguntas provenientes del cambio de mentalidad y que especialmente hoy, reducen el ámbito racional al de los logros científicos y tecnológicos.

 La fe crece cuando se vive como experiencia de amor que se recibe y comunica como experiencia de gracia y gozo y se fortalece creyendo, nos hace fecundos porque ensancha el corazón en la esperanza y permite dar un testimonio fecundo, por eso se dice que se profesa con los labios (cf. Rm 10,10), indica que la fe necesita un testimonio y un compromiso público, es un acto de libertad que exige la RESPONSABILIDAD SOCIAL de lo que se cree.  Hay que descubrir de nuevo el gusto de alimentarse de la Palabra de Dios (cf. Jn 6, 51) Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura toda la vida eterna (Jn 6,27)

Durante el Año de la Fe se tendrá la mirada fija en Jesucristo, que inició y completa nuestra fe (Hb 12,2), en Él encuentra su cumplimiento todo afán y anhelo del corazón humano.  La alegría del amor, la respuesta al drama del sufrimiento y el dolor, la ofensa recibida y la victoria de la vida ante el vacio de la muerte, todo tiene su cumplimiento en el misterio de su encarnación.

La fe abre la mente y el corazón del que escucha para acoger la invitación del Señor a aceptar su palabra para ser su discípulo, siendo así “atravesar la Puerta de la Fe” supone un camino que dura toda la vida

La iglesia pide en este año de la fe quitar la mirada de los pecados, alejarnos de la desesperanza y más bien por la fe enfocarnos en la Misericordia de Dios
"El amor de Dios nos impulsiona"